jueves, 17 de marzo de 2011

Raíz económica de la homofobia


POR CARLOS SEIJAS. Los homosexuales tienen mucho que enseñarnos, pues a ellos no los une el deseo de reproducción, sino la necesidad de buscar otro ser con el cual contar su historia, de compartir, que literalmente significa partir el pan.

Según los antropólogos, el nacimiento de la familia se debe precisamente a los alimentos, pues dicen que cuando un ser humano compartió sus alimentos con otro nació la familia. Es de ahí que donde se coma en común, en donde se compartan los alimentos, ahí hay una familia. Cuando yo deseo compartir mi alimento con alguien más nace una unión que en ninguna otra forma de vida se manifiesta: El amor. Dada la falta de lenguaje en relación al sexo, permítaseme decir en metáfora que si deseo compartirme como alimento con alguien más, eso es amor.

Los homosexuales son aborrecidos en todas las culturas. En la misma Biblia los tildan de abominables, como al hombre de las nieves. Pero como siempre, si ven con cuidado, es a los hombres, pues claramente dice que es abominación el varón que yazca con varón. ¿Y la mujer? pues la homosexualidad en las mujeres ha sabido hallar un espacio tan silencioso y subrepticio que ha pasado inadvertido a la hegemonía masculina. Que dos mujeres se unan carnalmente no deja huellas, no rompe lazos, no crea conflictos y además es socialmente aceptado. ¿Qué cómo dice? así mismo, que es socialmente aceptado. Las mujeres se saludan de beso, pueden caminar tomadas de las manos, duermen juntas, pueden bañarse juntas, decirse cuan hermosas son, y es más, expresarse abiertamente que se aman. Los hombres no pueden, es intolerable cualquiera de las anteriores expresiones de afecto.

¿Por qué? Nuevamente, la respuesta es económica. ¿Qué hacer con un varón que guste de otros varones? Si de repente, todos los hombres gustaran de los hombres, no habría procreación, y la especie humana desaparecería. Sabemos bien, que eso no va a pasar, por más gays que hayan, pero en la primitiva fantasía masculina un hombre que no guste de las mujeres debe ser abominable, tanto más por si le tientan y a también les gusta. Con el fin de encontrar una salida a esta falta de afecto, se desarrolló la virtud de la amistad, para crear lazos entre los hombres, hacer sus grupos, sociedades, hermandades, etc. que les permite de una forma socialmente aceptada reconocerse su afecto, sin sentir la culpa de amar a otro hombre.


…si nuestra familia siguiera normas basadas en el amor, nunca los homosexuales serían un peligro para la permanencia de la especie, ya que en ello reside su abominación. Reside como siempre en la intolerancia y la indiferencia que caracterizan al hombre de occidente, al cual le es más fácil negar e incluso eliminar todo lo que no le parece “normal” en vez de buscar comprenderlo y aceptarlo. Siempre habrá homosexuales asi como siempre habra heterosexuales.

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