miércoles, 13 de abril de 2011

La orientación sexual


POR CARLOS SEIJAS. A diferencia del sexo, la sexualidad es subjetiva, es decir, no nacemos sexuados, lo elegimos, es por ello la única elección libre que nos deja hacer la cultura, aunque nos haga pagar con la culpa de diversas formas. Con esto me refiero a cuando decidimos que más allá de estar sexuado como hombre o mujer, uno decide si absorber lo que la cultura ha construido como el imaginario de hombre o de mujer. Es decir, uno puede nacer sexuado hombre, pero preferir comportarse por lo que la cultura entiende por ser mujer, o nacer sexuada mujer y comportarse como hombre. A esto comúnmente se le conoce con el nombre de orientación sexual.

O dicho de otra forma, cuando un hombre se comporta como mujer, la cultura lo tilda de amanerado, aunque eso no signifique que le gusten los hombres, de la misma forma a una mujer que se comporte como hombre se le dice hombruna, mas puede tener como objeto de deseo sexual a los hombres. Por ello a la orientación sexual se le une la escogencia sexual, que implica decidir cuál es nuestro objeto de deseo, es decir, que como hombre escogemos como objeto de deseo a las mujeres, o bien los hombres o ambos, y así mismo en el caso de las mujeres, que pueden escoger como objeto de deseo a un hombre, a una mujer o a ambos.

El amor es un sentimiento complejo, muy escurridizo, pues a la vez se le entiende como un acto sublime o como el coito mismo. En el diccionario, siempre tan elocuente, nos dice que el amor es lo que atrae a hombres y a mujeres, pero bien sabemos que lo que los atrae es el sexo. El amor siempre deja un algo que no es posible abarcar. Por el momento sólo diremos que el amor es al alma lo que el coito al cuerpo.

La sexualidad compulsiva, repetitiva, desencarnada, puramente mecanicista, deviene en una mera pulsión corporal: Somos un pedazo de carne. Pero debemos entender en cabalidad que la sexualidad es para nosotros más que un mero acto motor o placentero corporal, que la salida de un ciclo fatídico de gozar unos de otros, sino más bien de volvernos seres de luz, vida y amor, pues la unión de dos seres de luz, a través del amor pueden dar lugar a la vida.

… si algo nos caracteriza como humanos es la diferencia. Cada uno de nosotros tenemos ciertos gustos, aspiraciones, sueños, rutinas. Sin embargo, todos de alguna forma al compartir en grupo, al pertenecer a una cierta sociedad tenemos características que nos hacen iguales.

… Las diferencias nos hacen únicos, nos recuerdan que somos únicos, una maravillosa y única creación que pertenece a un todo…Las diferencias son las que han hecho que surjan los grandes personajes que han marcado la historia de la humanidad. Como Akenatón faraón egipcio creador de la Escuela de los Misterios, Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Tomas de Aquino, René Descartes, Whilhem Leibnitz, Sir Francis Bacon, Isaac Newton, entre tantos otros. O en el arte Leonardo, Miguel Ángel, Rafael, Caravaggio, en la música Bach, Vivaldi, Beethoven y así podríamos seguir una lista gigantesca de seres que se han destacado por sobre la masa, precisamente porque algo muy dentro de ellos despertó y poco a poco se fue apoderando de su ser hasta que los llevó a ser grandes seres que marcaron épocas y nos regalaron al hombre sin contenido del siglo XX y XXI, un sinfín de saberes y hermosas obras con las que podemos asombrarnos de las capacidades infinitas del ser humano.


• Rápidamente se cree que hablar de sexo implica que se carece de valores o de ética; y es más bien lo contrario.


• Trasnochados teólogos que creen erróneamente que la caída del hombre se debe al sexo y que el pecado original es la unión carnal… Adán y Eva comieron del árbol de la sabiduría, del bien y del mal. No comieron del árbol del sexo.

• La sexualidad, que como ven es nuestro único momento de libertad y a la posterior lucha de la cultura por amoldarnos a las normas preestablecidas; y a la vez, la lucha del ser por liberarse de esas ataduras.

• Los hombres y las mujeres son iguales y diferentes. Son iguales, pues ambos como seres humanos pueden amar con el cuerpo, el espíritu y el alma, y pueden amar como amos y esclavos, como amigos o como dioses.

• Tanto hombres como mujeres no están “satisfechos” con su apariencia física y se operan para ser más “culturalmente hermosos”, emanan superficialidad, vanidad y egocentrismo enfermizo, todos quieren ser amados por lo que son... por fuera. Todos quieren amor, dicen, y lo que se ve es que quieren sexo, carne, carne y más carne.

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